EN VERACRUZ, UNA MONTAÑA DE ESCOMBROS O SIN MAÍZ NO HAY PAÍS
LA NOCHE DE LOS NAHUALES Benjamín M. Ramírez
Detractores, opositores y quienes apoyan a la actual gobernadora en Jarocholand se debaten en innumerables tribunas, estrados y plataformas de discusión. Los oportunistas no pierden el tiempo y cualquier pretexto sirve para la selfie y, a la brevedad, el reel, el video corto, ya es viral. Se les perdona si llevan las manos cargadas de ayuda. No importa el cómo si el por qué lo justifica. Al fin y al cabo, todos hacen leña del árbol caído.
La única verdad, y esta duele, es que no existe discurso, disculpas o ayuda paliativa que pueda resarcir la catástrofe que aún sufren los “municipios afectados”. Comunidades enteras, pueblos y colonias devastadas tardarán años para volver a la normalidad. La fuerza de la naturaleza no tuvo piedad para la población, que fue sorprendida por la omisión gubernamental en las alertas preventivas.
La demanda para exigir la renuncia de la mandataria es justa. El coraje y encono de quienes se sienten abandonados por un gobierno en cuyo lema se usa el amor como excusa es válido. Y por amor a Veracruz, la dimisión ya debe estar en la mesa, sin pretexto, sin tardanza, pronta y expedita.
A semanas de la devastación, en diversos sectores de los municipios afectados, los escombros, el lodo y la basura arrastrada por la creciente aún permanecen. Tal parece que el retiro paulatino, lento y retardado de los desechos, sea una acción deliberada, atroz, casi maquiavélica. No se puede explicar de otro modo. Ni qué decir de los caminos cortados o los puentes colapsados. Será necesario esperar meses, o quizás años, para la recuperación de esas vías de comunicación tan necesarias. En Veracruz, la tardanza es política social.
En Veracruz, pesa el abandono. La impotencia de quienes han visto devastado su patrimonio, su modo de supervivencia y el esfuerzo acumulado en décadas se traduce en un grito de auxilio. Las comunidades asentadas en las montañas no están acostumbradas al consumo de productos enlatados, al agua embotellada y otros productos de la despensa recibidos. Están acostumbrados a los productos frescos del campo, al agua del pozo o los manantiales, al sabor de la naturaleza, pero todo eso se perdió.
Algunas comunidades, como el caso de Chapula, en Hidalgo, han sido declaradas como inhabitables. Muchas poblaciones aún permanecen incomunicadas, sobreviviendo. Y lo peor, es que sigue y seguirá lloviendo.
En Veracruz, el fango no solo se llevó y sepultó los bienes materiales de las poblaciones afectadas y causó la muerte de decenas de personas, también se llevó todas las aspiraciones de la mandataria estatal. Jamaica fue golpeado por un huracán de categoría 5, y hasta el cierre de esta edición solamente se reportaban 9 personas fallecidas. Por supuesto que el número puede ascender, pero estamos hablando de la fuerza de un meteoro descomunal.
SIN MAÍZ NO HAY PAÍS
En la clase, mis alumnos ríen cuando menciono que en algunas comunidades el precio del maíz, de la naranja, del tomate o del café es irrisorio. A veces, lo puedes encontrar hasta en un peso. Y ejemplifico: ¿Cuánto cuesta un frasco de café soluble de 200 gramos?
Los productores exigieron un precio de garantía de $7,200.00 pesos por tonelada de maíz y de $6,000.00 la tonelada de sorgo. Protestaron para exigir un precio de garantía.
Las protestas se extendieron por diversas entidades del país. Lo grave del asunto, el de la producción agropecuaria, es la forma, la de los productores, de decir adiós. Supongo que es la última generación que aprendió a sembrar y a cosechar, no solamente productos, sino también vida, alimentos, futuro y esperanza. Sin eslogan, sin prisas, sin promesas. Es el trabajo duro y que no se reconoce.
Las generaciones futuras lamentarán la escasez de alimentos, la súbita escalada de precios, los efectos nocivos del maíz transgénico y la brutalidad de la naturaleza que se niega a dar su fruto, como si fuera la maldición del edén: cosecharás la tierra con el sudor de tu frente y ella te negará su fruto…
El maíz es alimento, vida, flujo sanguíneo, identidad y futuro. Sin maíz no hay país. Hasta cuándo el campesino será pisoteado en su trabajo, con la típica frase: ¿Cuánto es lo menos? Si en el supermercado nadie regatea. Lo pagas y ya. Uno no anda pidiendo rebajas, descuentos o el pilón, la ñapa, el extra.
Afortunadamente, los bloqueos por la protesta de los productores agropecuarios se levantaron. Fueron miles los afectados, sin alimentos, sin servicios sanitarios, soportando las bajas temperaturas, el estrés y la amenaza constante de ser asaltados. Los manifestantes aceptaron el apoyo de 950 pesos por tonelada de maíz, tras las mesas de diálogo con la Secretaría de Gobernación.
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